martes, 24 de agosto de 2010

EL FINANCIAMIENTO DEL SISTEMA DE EDUCACIÓN SUPERIOR : UN ANÁLISIS INTERESADO EN DESPOJAR A LAS UNIVERSIDADES TRADICIONALES

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EL MERCURIO, VIERNES 20/08/10,  PG.2
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POR ALVARO COVARRUBIAS RISOPATRÓN
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Tribuna



Viernes 20 de Agosto de 2010

El financiamiento fiscal de la educación superior

Se ha abierto un interesante debate acerca del financiamiento fiscal de la educación superior. Veamos qué dicen las cifras:



Las cifras anteriores suman los Aportes Fiscales Directos e Indirectos, el Crédito Fiscal Solidario, el Mecesup y el Fondo de Desarrollo Institucional. No incluye lo que las universidades perciben en proyectos asignados con fondos estatales, como los concursos de Conycit. (N.E. : Se omitió un pequeño cuadro estadístico de la distribución del gasto público en Educación Superior, cuyas cifras se comentan en el texto).



Como se puede observar, el aporte del Estado a las instituciones de educación superior, que ascendió a US$ 639 millones en 2008, se distribuyó en un 96% para las universidades tradicionales agrupadas en el Consejo de Rectores, las que matriculan sólo al 37% de los alumnos. A su vez, el 2% de todo ese gasto -US$ 158 millones- fue a las universidades de Chile y Católica, que representan sólo el 7% de los matriculados.



Por otra parte, estas dos universidades son las más buscadas por los estudiantes con altos puntajes PSU. Hay sobrada evidencia de que los mejores puntajes de la PSU provienen del 7% de los alumnos de la educación particular pagada, y no del 93% de los jóvenes de la educación subvencionada. Por lo tanto, la concentración del subsidio a la educación superior en las universidades tradicionales, y fuertemente en sólo dos de ellas, beneficia principalmente a las familias de mayores ingresos y a la clase media alta.



De los US$ 615 millones recibidos por las universidades del Consejo de Rectores, US$ 251 millones fueron por la vía del Aporte Fiscal Directo. Este aporte lo reciben por el solo hecho de pertenecer a ese grupo, el que no acepta la admisión de nuevos miembros y se entrega sin condiciones, ni siquiera el estar acreditadas (*).



Las universidades privadas, con una contribución significativa al enorme aumento de la matrícula universitaria de los últimos años y que reclutan el 31% de los alumnos, especialmente de los sectores medios y bajos, reciben sólo el 4% de los recursos. Sus alumnos no tienen derecho al crédito fiscal.



Especialmente relevante es lo que ocurre en la educación superior técnico-profesional. Los Institutos Profesionales (IP) y los Centros de Formación Técnica (CFT) matriculan al 32% de los alumnos, y reciben sólo el 0,06% de los recursos fiscales; además, sus alumnos no tienen acceso al crédito fiscal.
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A esta educación acceden los estratos socioeconómicos más bajos. Esta despreocupación del Estado por la educación técnica no es nueva.(**)
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En los casi 200 años de la república, el Estado ha creado sólo dos instituciones de formación técnica: La Escuela de Artes y Oficios (hoy Universidad de Santiago), en el gobierno de don Manuel Montt, e Inacap (hoy privada), en el gobierno de don Eduardo Frei Montalva.
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Lo paradójico es que con los mismos recursos fiscales en la educación técnica se podría educar a muchos más jóvenes. Se puede estimar que una carrera técnica de entre dos y tres años de duración cuesta un quinto de lo que vale una carrera universitaria.
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 Lo insólito es que el país necesita muchos más técnicos que profesionales universitarios, como lo indica la experiencia de las naciones desarrolladas. (***
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Una persona con un título de técnico habrá recibido un pasaporte definitivo para salir de la pobreza. Para aprender un oficio en un CFT o en un IP, la familia tiene que correr con todos los costos, casi sin subsidios del Estado.



La conclusión de este análisis es que el financiamiento fiscal de la educación superior adolece de graves deficiencias mirado desde el punto de vista de su contribución a la equidad social.
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Si los grandes recursos que el fisco gasta en esta educación se orientaran más a financiar los estudios de los jóvenes con carencias económicas, en las carreras que ellos elijan, sean éstas universitarias o técnicas, en instituciones estatales o privadas, se estaría dando un gran paso en educar a más personas en los rubros que el mercado laboral requiere y con una mayor dosis de equidad social.
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De lo que sí hay que preocuparse es de que los subsidios vayan a los jóvenes necesitados que tengan reales aptitudes, y no necesariamente a una alta PSU obtenida porque sus padres les pudieron pagar un buen colegio.

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COMENTARIOS
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1.- No deja de ser paradójico que los representantes de la universidades-empresas estén tan sensibilizados y preocupadas por la movilidad social. Y, además pidan  la intervención del vilipendiado  Estado y sus malignas ingerencias en el mercado para apoyar a que los alumnos de bajo puntaje en la PSU tengan beneficios a aplicar en sus empresas.
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2.- Tiene razón el articulista en el descuido en el que el Estado ha tenido a la Educación Técnica (**)  y la falta de apoyo a los estudiantes de los CFT e IP, pues muchos alumnos con bajo rendimiento académico escolar podrían mejorar significativamente sus condiciones de vida y aporte social y económico, si complementan su formación escolar con una Educación Técnica de buena calidad. (lo que no suele ocurrir). 
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3.- Por otra parte, el gasto que hace el estado en Educación Superior, y en especial hoy en los Doctorados no se debe a una promoción de Desarrollo Social, sino a una inversión en Recursos Humanos altamente calificados para apoyar el Desarrollo Económico y Tecnológico  de Punta del País. Y, obviamente estos deben estar destinados a los estudiantes más capacitados para que les puedan sacar rendimiento en pro del país.
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4.- (***) Es frecuente escuchar, que Chile al igual que los países desarrollados, requiere de más técnicos que profesionales universitarios, olvidando que la mayoría de nuestros técnicos trabajan en cualquier cosa y no  en su especialidad, debido a que el desarrollo del país se basa en la compra de tecnología externa y que a las empresas nacionales les sale más barato comprarla que desarrollarla.
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5.-  Lo triste es que gran parte del gasto que realizan las familias de escasos  o medios  recursos en una educación universitaria de mala calidad se desperdician, debido a que la mala calidad de la educación que reciben y la mala formación de entrada que tienen  les permitirá trabajar, en los hechos, como Técnicos y con sueldos inferiores a los verdaderamente profesionales. 
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6.-  Antes de preocuparnos de Redistribuir el Gasto Fiscal, debiéramos preocuparnos de reestudiar el Sistema de Educación Superior, y en particular definir los estándares de calidad sobre las bases del Contenido y no sólo de aspectos formales como ocurre en la actualidad con la CNA, que ha permitido  que la u. de las américas se acreditáse. 
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7.- Sería interesante conocer el vínculo del Sr. Covarrubias con la Educación Superior.
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