EL ROL DE DECANO EN LA UTEM
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Del análisis teórico de la función de los Decanos en la UTEM, de acuerdo con los Estatutos y Reglamentos que nos rigen, y la experiencia histórica de los cuatro mandatos que hemos tenido desde la creación de esta institución, se puede sacar algunas conclusiones respecto a lo que cabe esperar en esta nueva etapa.
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De la lectura de las atribuciones de los reglamentos de la Facultades y otras ordenanzas, se observa que los Decanos carecen casi por completo de atribuciones propias, y está concebido como un colaborador del Rector, a quien le propone soluciones de los problemas de la Facultad.
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En cuánto colaborador, le corresponde transmitir las inquietudes del cuerpo académico a las autoridades centrales, y hacer llegar los comunicados de ésta a sus dependencias, haciendo cumplir sus disposiciones.
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En consecuencia, el resultado práctico de su gestión, dependerá en gran medida de cuánto es el grado de "alineamiento" del Decano con el Rector; y, en segundo lugar de la capacidad de desarrollar iniciativas y liderar al cuerpo académico a un desarrollo de la Facultad y de su personal.
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Por otra parte, el carácter de reelegible del cargo de Decano y el fuerte estímulo aplicado a dicha función, distorsiona fuertemente su rol, pues en cierta proporción este se ve compelido a actuar como dirigente gremial-protector en su Facultad, cercenando un aspecto importante de las atribuciones que se requieren para un liderazgo efectivo.
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Sin embargo y pese a todas las limitaciones anteriores, los Decanos han cumplido una función en el ordenamiento interno de la UTEM, y eso se espera de ellos en la actual coyuntura en la que asumen enfrentados a apoyar enérgicamente el proceso de reacreditación, independientemente de sus lealtades personales con la autoridad superior.
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Más aun, quien quiera asumir un futuro liderazgo universitario, deberá poner sus mejores esfuerzos para que su Facultad y el Consejo Académico estén plenamente alineados con las acciones de Casa Central en todas las acciones orientadas a la ACREDITACIÓN, y que tengan, además, la energía suficiente para representarle a las autoridades superiores sus posibles errores.
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De la lectura de las atribuciones de los reglamentos de la Facultades y otras ordenanzas, se observa que los Decanos carecen casi por completo de atribuciones propias, y está concebido como un colaborador del Rector, a quien le propone soluciones de los problemas de la Facultad.
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En cuánto colaborador, le corresponde transmitir las inquietudes del cuerpo académico a las autoridades centrales, y hacer llegar los comunicados de ésta a sus dependencias, haciendo cumplir sus disposiciones.
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En consecuencia, el resultado práctico de su gestión, dependerá en gran medida de cuánto es el grado de "alineamiento" del Decano con el Rector; y, en segundo lugar de la capacidad de desarrollar iniciativas y liderar al cuerpo académico a un desarrollo de la Facultad y de su personal.
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Por otra parte, el carácter de reelegible del cargo de Decano y el fuerte estímulo aplicado a dicha función, distorsiona fuertemente su rol, pues en cierta proporción este se ve compelido a actuar como dirigente gremial-protector en su Facultad, cercenando un aspecto importante de las atribuciones que se requieren para un liderazgo efectivo.
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Sin embargo y pese a todas las limitaciones anteriores, los Decanos han cumplido una función en el ordenamiento interno de la UTEM, y eso se espera de ellos en la actual coyuntura en la que asumen enfrentados a apoyar enérgicamente el proceso de reacreditación, independientemente de sus lealtades personales con la autoridad superior.
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Más aun, quien quiera asumir un futuro liderazgo universitario, deberá poner sus mejores esfuerzos para que su Facultad y el Consejo Académico estén plenamente alineados con las acciones de Casa Central en todas las acciones orientadas a la ACREDITACIÓN, y que tengan, además, la energía suficiente para representarle a las autoridades superiores sus posibles errores.
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