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LA PÉRDIDA DE LA AMISTAD CÍVICA: UN BIEN DIFÍCIL DE RECUPERAR
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En nuestro país como consecuencia de las políticas de desarrollo social y económico acelerados implementadas por la Unidad Popular, se terminó por quebrar definitivamente la amistad cívica que se había logrado construir en los ámbitos políticos y sociales, y que ya se habían resquebrajado durante la Revolución en Libertad y la Reforma Agraria de Eduardo Frei Montalva.
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El golpe militar, con sus excesos de violencia y de abusos, terminó por sepultar los últimos vestigios de esa sociedad de compadres y amigos que habían caracterizado los decenios de gobiernos radicales.
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Lo que surgió después ha sido un intento de recuperación que logró restablecer los parámetros mínimos para poder seguir funcionando como una sociedad civilizada, respetuosa de los derechos de las minorías y de las mayorías.
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Pese al disgusto que le produjo a muchos que habían sufrido las penurias extremas de la dictadura, la izquierda chilena votó por quien había apoyado desde el Parlamento el Golpe, y posteriormente apoyó a Frei hijo, que apoyó los primeros años de la Junta Militar.
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No han sido relaciones fáciles, pero nuevamente se ha logrado construir un sistema de relaciones que para bien y para mal, han logrado avances sociales y económicos importantes para todo el país.
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Algo similar, pero muy diferente ocurrió al interior del IPS-UTEM. Dónde la "amistad cívica" se prestó, en algunos casos, como en muchos otros sectores del país, para conformar maquinarias transversales de 'empoderamiento' o 'secuestro' de los recursos del estado para ponerlos al servicio de mezquinos intereses personales.
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En esas condiciones, no corresponde hablar de 'amistad cívica', como no corresponde llamar
así a quienes en algunas organizaciones se saludan afectuosamente con un abrazo y besos para garantizar las lealtades necesarias para cometer toda clase de crímenes encubiertos.
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La consecuencias están la vista de todos, las causas no tanto, pues el proceso de deterioro de la reglas básicas de convivencia fue paulatino y se mantuvo siempre encubierto bajo sofisticadas normas de respeto y consideración a los derechos y privilegios obtenidos en cada pasada de los diferentes grupos por el poder.
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La amistad cívica, siendo una virtud operativa, puede ser un arma de doble filo, y como todo instrumento, puede ser usada para el bien como para el mal.
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La amistad cívica es un bien que se construye sobre la verdad de los que se oponen y se respetan, pero que no oculta las diferencias de fondo. Alemanes, rusos, franceses, ingleses y judíos han logrado reconstruir esa amistad cívica que les permite colaborar en la construcción de un futuro mejor para todos, previo pago de las indemnizaciones correspondientes a los grandes perjudicados en todos los frentes.
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Chile en su historia no ha sido menos. Realistas y patriotas aprendieron a convivir después de la Independencia del país. Balmacedistas versus Congresistas, después de la Revolución del 91, también. Y, así hemos avanzado, tratando de superar nuestras diferencias, y evitando no agrandar otros por el atropello de los derechos de las minorías o los abusos del poder.
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