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TANTO EN CHILE COMO EN LA UTEM, LA EXISTENCIA DE PUNTOS FRÁGILES ES UN DESAFÍO QUE DEBERÁ ENFRENTARSE CON DECISIÓN.
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En los últimos días hemos tomado conciencia de la fragilidad de muchas obras de utilidad pública: puentes, caminos, pasarelas, sistemas de comunicaciones, construcciones; y en el día de ayer, del sistema eléctrico interconectado, desde Osorno hasta Copiapó.
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Sin duda, un sistema absolutamente indestructible es impensable, no solo por razones de costo, sino también por el desarrollo tecnológico existente. Pero, un sistema extremadamente frágil es inaceptable dadas las nefastas consecuencias de su colapso, más aún si un país ha puesto ingenuamente su confianza en éste.
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El argumento del costo, debe estar vinculado a una probabilidad aceptada social o políticamente de un evento destructivo de magnitud suficiente para paralizar un país con todas sus graves consecuencias.
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El costo de construir o desarrollar proyectos suficientemente sólidos debe compararse con el costo del eventual desastre que se produciría en caso que el sistema colapse.
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Lo hemos visto estos días a nivel país y lo vimos anteriormente hace casi dos años en la UTEM, cuando tres o cuatro individuos subieron las escalas del edificio de Vidurre e impunemente se llevaron los discos duros que contenían información estratégica de la administración que fue destituida por la Contraloría General, y de los que aparentemente no existían respaldos debidamente protegidos.
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Cualquiera que sean las dificultades, los elementos estratégicos de una organización deben estar suficientemente protegidos de un evento de alta probabilidad dentro del plazo de desarrollo del proyecto o de la construcción, tal como lo demostraban los estudios sismológicos previos al terremoto y al maremoto.
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No actuar con la debida prudencia, permite calificar a los responsables de negligencia culposa.
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No preveer los acontecimientos y tomar medidas oportunas es inaceptable de todo punto de vista.
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Es de esperar que los cuadros directivos nacionales y los de nuestra universidad hayan aprendido la lección que nos ha dado la Geología y la malicia de algunos entes enquistados en la universidad, y procuren medidas adecuadas para que los próximos eventos, que más temprano que tarde se volverán a producir, no produzcan daños desmesurados en la organización, amenazando su supervivencia.
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En este sentido, el gobierno debe resolver con prontitud los problemas que generan el colapso de las comunicaciones, de las construcciones y de la distribución de energía; y en la UTEM se deben tomar medidas para proteger el archivo institucional, alojado en la Casa Central y sometido a elevados riesgos de destrucción.
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En los últimos días hemos tomado conciencia de la fragilidad de muchas obras de utilidad pública: puentes, caminos, pasarelas, sistemas de comunicaciones, construcciones; y en el día de ayer, del sistema eléctrico interconectado, desde Osorno hasta Copiapó.
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Sin duda, un sistema absolutamente indestructible es impensable, no solo por razones de costo, sino también por el desarrollo tecnológico existente. Pero, un sistema extremadamente frágil es inaceptable dadas las nefastas consecuencias de su colapso, más aún si un país ha puesto ingenuamente su confianza en éste.
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El argumento del costo, debe estar vinculado a una probabilidad aceptada social o políticamente de un evento destructivo de magnitud suficiente para paralizar un país con todas sus graves consecuencias.
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El costo de construir o desarrollar proyectos suficientemente sólidos debe compararse con el costo del eventual desastre que se produciría en caso que el sistema colapse.
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Lo hemos visto estos días a nivel país y lo vimos anteriormente hace casi dos años en la UTEM, cuando tres o cuatro individuos subieron las escalas del edificio de Vidurre e impunemente se llevaron los discos duros que contenían información estratégica de la administración que fue destituida por la Contraloría General, y de los que aparentemente no existían respaldos debidamente protegidos.
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Cualquiera que sean las dificultades, los elementos estratégicos de una organización deben estar suficientemente protegidos de un evento de alta probabilidad dentro del plazo de desarrollo del proyecto o de la construcción, tal como lo demostraban los estudios sismológicos previos al terremoto y al maremoto.
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No actuar con la debida prudencia, permite calificar a los responsables de negligencia culposa.
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No preveer los acontecimientos y tomar medidas oportunas es inaceptable de todo punto de vista.
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Es de esperar que los cuadros directivos nacionales y los de nuestra universidad hayan aprendido la lección que nos ha dado la Geología y la malicia de algunos entes enquistados en la universidad, y procuren medidas adecuadas para que los próximos eventos, que más temprano que tarde se volverán a producir, no produzcan daños desmesurados en la organización, amenazando su supervivencia.
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En este sentido, el gobierno debe resolver con prontitud los problemas que generan el colapso de las comunicaciones, de las construcciones y de la distribución de energía; y en la UTEM se deben tomar medidas para proteger el archivo institucional, alojado en la Casa Central y sometido a elevados riesgos de destrucción.
2 comentarios:
OJALA EN RECTORIA LEAN ESTE BLOG,..... YA QUE ES ADECUADO LO QUE MENCIONA...
OJALÀ QUE RECTORIA SE PONGA "LA CAMISETA" Y CONTROLE A LA GENTE.
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QUE PASA CON EL REPARTO DE HORAS EN LAS ESCUELAS Y DEPARTAMENTOS.
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